domingo, 27 de febrero de 2011


- Tengo una idea, juguemos a las escondidas.
- ¡Bueno, dale!
- Vos contá hasta 125,3 ahí en ese árbol y yo me escondo pero no podés espiar eh. Y no hagas trampa ni te vayas, me tenés que encontrar.
- No me voy a ir, yo te voy a encontrar.

Y contó, y no se fue y buscó.
Y buscó. Y buscó. Y buscó. Y buscó. Y buscó. Y buscó.Y buscó. Y buscó. Y buscó.Y buscó. Y buscó. Y buscó. Y buscó. Y buscó. Y buscó.Y buscó. Y buscó. Y buscó. Y buscó. Y buscó. Y buscó.

Cada tanto regresa al árbol, tal vez ella ya volvió y picó.
Todavía no.

- Probablemente no se acuerda donde estaba, no sabe donde picar - Se repite - Sí, probablemente.

sábado, 26 de febrero de 2011

Uniqueless unique

El ser humano no está compuesto por más que dos o tres concepto básicos. Hay en quienes más, hay en quienes menos, varía según el individuo. En fin, como todo.
Pero para el promedio, el yo, solo cuenta con dos o tres conceptos.
Conceptos, elementos, ideas, es lo mismo. El orden de los factores no altera el producto. El producto altera el orden de los factores.
La vida, las acciones y deseos, los sueños, las decisiones, todo el ser coexiste e interacciona a partir de estos conceptos.
Ideas retundantes les llaman algunos, aquello que se ve en el arte (El alma de la persona). En el arte estos conceptos insisten y empujen, pugnan por emerger y mi querido amigo, ellos siempre emergen. Surgen, emanan, dispersan, fluyen.

El tiempo de Dalí
El amor de Shakespeare
La muerte de Poe

Conceptos únicos e irrepetibles, en cada segm

El alma del alma. La raíz de todo lo después. Infecta todo y así lo crea y ahí, en él, en sus conceptos, nada el individuo. Uniqueless unique


MICAIAH HAFEEZ

viernes, 18 de febrero de 2011

la noche se hace día si no estás

Un día no va a quedar más que vos y lo que sos y lo que fuiste y lo que quisiste ser, lo que querés ser, lo que querés que sea, quienes quisiste y te quisieron.
Ese día ya no vas a saber a que lado mirar porque no va a quedar más que uno solo, sin derecha, sin izquierda, sin diagonales ni atajos.
Cuando ese día te consuma vas a sentir que te explota la cabeza y que tus brazos ya no dan a vasto y si aún te quedaran hombros probablemente intentarías usarlos.

Llamala urgente, llamala y decile que no se vaya nunca porque en cualquier momento la noche te deja y quién sabe que depara el terror del día. Quizás es ese, el día. Pero ya es estrella y vive lejos, por más que llames, grites y desesperes no viene y podés sentir como el calor del sol empieza a acercarse.

Al final, eras vos - Susurrás

jueves, 10 de febrero de 2011

Es que es el arte el que ingesta nuevo arte. Y claro que es el hombre su mero instrumento y no a la inversa. Pues él nunca podría ser el padre del arte porque bien ¿De quién podría haber surgido el hombre sino del mismo arte?

Infinito


- Él intenta robar mi casa. Rompe el vidrio de la ventana y la abre. Se introduce por ella y sube las escaleras. Las escaleras que dan al cuarto de mi hija ¿Comprende? Él sigue subiendo y busca en los placares por objetos de valor. Nada lo detiene, no vacila, no reflexiona, actúa cual máquina u objeto.
Y yo lo maté. Sí, lo maté. Porque ¿Qué más iba a hacer sino? Digame ¿Qué podía hacer más que matar al hijo de puta?
Todo esto se plantea el buen señor mientras conversa con el oficial. Es un buen hombre, un buen padre, un buen vecino. Como ya he dicho, buen señor, mas no excepcional.
Si hubiera podido advertirte, si le hubiera dicho. Pero ¿Cómo saberlo? Jamás hubiera previsto lo que sucedería, el intento de robo, el odio, el arma, el asesinato. Me hubiera gustado advertirle al buen señor que moriría.
El buen señor no sabe el significado de la vida eterna, no sabe en qué reside. El infinito, la vida por siempre existe, más vale que existe pero existe en el otro, en la descendencia. Es en los hijos donde encontramos la fórmula del por siempre. Mientras ellos sobrevivan no importa que suceda con nuestro cuerpo, con nuestra vana carne.
Por supuesto que llegara el día en que ellos también mueran, pero allí es donde albergamos la fe. La fe no está en la religión, la secta o el rito. La fe duerme en la confianza de que también nuestros propios hijos dejarán su marca en el mundo y en esa marca, en esa descendencia viviremos también nosotros, que somos ellos, que somos sus padres. En esta tercera generación nos reencontraremos finalmente con nuestros primeros descendientes y aguardaremos juntos la llegada de la próxima generación. Y la siguiente y la siguiente y el infinito y la eternidad. He ahí tu vida eterna.
Es por eso que no entiendo a muchos como el buen señor, buscando la eternidad donde no deben, asesinando a quien no pueden. Misterioso milagro el que nos ha dado la superioridad de dios. El milagro del infinito en el otro, en la caridad. Vivimos por siempre, no seremos efímeros en cuanto dediquemos nuestra vida a la vida de alguien más.
Es por esto que insisto en él, en el buen señor. Aquel que defendiendo a su familia acabó con la vida de aquel “cual máquina u objeto”. El ladrón no tenía hijos, no tenía descendencia. El buen señor acabó no solo con él, sino con sus padres, sus abuelos, sus bisabuelos y más. Como ya ha quedado en claro, terminó con todo un infinito legado que llega hasta el primero de los hombres.
Ya el noticiero informa las últimas noticias, vecino asesina a malviviente que intentaba robarle el estéreo. El titular no podría ser más errado, esta noche no muere un hombre. Hoy mueren Adán y Eva expulsados del paraíso y Abraham llora sus innecesarios martirios por concebir un hijo cuando, al fin y al cabo, todos morirían en manos de un vecino por robar un estéreo.
Pero ojalá fuera tan simple, ojalá la eternidad se limitara a una sucesión lineal (prolífica y ramificada, por supuesto, pero de índole lineal al fin y al cabo). Es de común saber que lo eterno es infinito y el infinito no solo carece de fin, sino también de origen.
No puede ser Eva el comienzo como tampoco el hombre con su costilla. La eternidad es tiempo pero fundido en lo simultáneo. Pasado, presente y futuro confluyen en uno, en El Tiempo. Es así como la muerte del ladrón es también la muerte de sus padres y la muerte del origen. Con él mueren los primeros hombres y si ellos mueren inevitablemente toda su descendencia morirá porque claro ¿De quién podrán nacer si el único progenitor ha perecido?
Con un solo disparo el buen señor ha acabado no con la vida de uno, sino con la vida misma. En ese tiro es él también el que ha muerto, al igual que su propia hija. La humanidad en su plenitud, a cambio de un estéreo.
Sin embargo debo extenderme una vez más, me veo obligado a agregar una última línea y a repasar de nuevo la complejidad del universo. Si solo fuera tan fácil, si solo ese disparo acabara por fin con el ser humano y le diera fin a su padecimiento.
No es así, es imposible que lo sea. El Infinito carece de origen y también de fin como se ha sido dicho. El ladrón no puede morir de un solo disparo. La trinidad del tiempo (Ya hemos desarrollado este fenómeno: Pasado, presente y futuro confluyen en uno, en El Tiempo. Son tres pero a la vez uno solo, un Tiempo, uno y trino.) Inevitablemente lleva a que el muerto viva en la sangre de su asesino.
Si el futuro es también pasado, el descendiente, es también antecesor. En Adán reposan el primer y el último hombre, la eternidad de su especie. No solo en él, en cada uno se entremezclan principio y fin, origen y descendencia. Centro de la humanidad.
El ladrón vivirá por siempre en sus padres, padres que a la vez han dado vida al buen señor en donde vivirán ellos también. Su muerte le dará vida eterna en quien lo mató.

Con cada muerte de uno se extingue la vida.
Con cada muerte de uno se propaga la vida.
Y así por siempre.
Que muera conmigo el misterio que está escrito en los tigres. Quien ha entrevisto el universo, quien ha entrevisto los ardientes designios del universo, no puede pensar en un hombre, en sus triviales dichas o desventuras, aunque ese hombre sea él. Ese hombre ha sido él, y ahora no le importa. Qué le importa la suerte de aquel otro, qué le importa la nación de aquel otro, si él, ahora, es nadie. Por eso no pronuncio la fórmula, por eso dejo que me olviden los días, acostado en la oscuridad.

jueves, 3 de febrero de 2011

El mapa


Era un pueblo como cualquiera, solo que no. Era un hombre como cualquiera, solo que no. Él era el mejor cartógrafo de la zona y alrededores, ampliamente reconocido por la delicadeza y exactitud de sus mapas. Casi tan renombrado como el otro.
El otro pertenecía a otro lugar, a otro pueblo. En donde él residía él era el cartógrafo de mayor nivel y admiración. La calidad, prolijidad y detallismo de sus mapas eran de mundial fama.
Sería mentir afirmar que nuestro cartógrafo no sentía envidia por el otro o que no ansiaba y anhelaba arrebatarle su reinado. Es así que decidió llevar a cabo el proyecto más ambiocioso y sorprendente, nunca antes visto en el mundo de la cartografía. Realizaría un mapa tan minucioso y exacto que no dejaría escapar ningún detalle ni minúscula imperfección. Tan realista e impresionante sería su trabajo que bien podría considerarse un calco del mundo.
Años de arduo trabajo y desveladas noches debieron transcurrir para que finalmente el cartógrafo pudiera dar fin a su trabajo. Su proyecto estaba realizado: Un plano en tamaño real de nuestro planeta. No solo las medidas y formas habían sido realizadas a la perfección sino que hasta el más ínfimo detalle había sido tenido en cuenta y se podía encontrar plasmado en el papel.
Como era de esperar, tal obra maestra se volvió rápidamente en un objeto de culto alrededor del globo y las personas desesperaban por tener la oportunidad de admirar este magnífico trabajo. (Lo cual, valga la redundancia aclarar, no resultaba dificultoso ya que, al ser un mapa con medidas reales, resultaba de fácil acceso a cualquiera en cualquier ubicación.)
Sin embargo, a pesar de su esplendor y unicidad, el trabajo mostró al poco tiempo un claro defecto. Tal era la amplitud de la obra que quien quiera que se adentraba en ella en seguida se veía abrumado y perdía la orientación. Así comenzaron a divulgarse rumores entorno a supuestas desapariciones dentro del mapa.
El cartógrafo podía sentir como su reciente gloria comenzaba a derrumbarse. Pero no fue así. Alguien había previsto dicha catástrofe y se había preparado para cuando llegara: el Otro.
Adelantándose al suceso y deseoso de recuperar su poder, el Otro había diseñado un plano de la obra, un plano de tal perfección que haría imposible que alguien volviese a extraviarse.
Así fue que el mapa del mapa se convirtió no solo en la mayor expresión de la creatividad humana sino en la salvación de esta.
El cartógrafo se sentía desolado. Si bien su obra no había sido destruida algo aún peor había sucedido, alguien la había utilizado para arrancarle su fama y potestad.
Furioso y envuelto en odio se propuso llevar a otro nivel su trabajo. Introduciría un nuevo elemento jamás visto en el mundo de la cartografía, incluiría el mundo del relieve.
Una vez más se encerró en su exhaustivo labor y pasó días y noches enteras absorto en sus estudios y mediciones.
Finalmente su trabajo concluyó en un calco perfecto de la tierra. Porque eso es lo que era, esta vez se trataba de una exacta copia de nuestro mundo. Tal era el parecido que las personas comenzaron a confundirse y ya nadie podía afirmar con certeza cuál era el mundo y cual era el mapa.
Sin duda se trataba de una obra magistral que no solo llenó al cartógrafo de avaricia sino que los habitantes del nuevo mundo sucumbieron al temor y respeto por este ser capaz de crear mundos.
Como siempre sucede, el temor pronto dio origen a terror y el terror fue transformando a este cartógrafo no solo en un creador de mundos sino de universos. Y si él había creado el universo y en el universo había tenido lugar la vida ¿Quién era este hombre sino el mismo creador de la vida?
Las multitudes comenzaron a adorarlo y se erigieron altares y se realizaron ritos y festejos y tradiciones.. Y nació Dios.