miércoles, 15 de septiembre de 2010

Solo sé que no soy yo a quien du


Y Enriqueta aparece, desaparece, reaparece y a veces vuelve a desaparecer. Se pregunta si es esto vida y después se cuestiona si la vida será más que esto.
Está cansada de que todos los buenos momentos se esfumen (O mejor dicho, que ella se esfume en ellos) o de que termine apareciendo cuando ya es tarde, temprano, inoportuno o inapropiado.
Enriqueta trata de sonreir pero se hace difícil, no puede tensar los músculos de la cara. Quiere sonreir, quiere iluminar un poquito más esa mañana pero hay algo adentro que no la deja, siempre fue muy auténtica, siempre recurrió a la acción antes que a las palabras y ahora, su autenticidad discutía su acción.
Le cuenta todo estas cosas (Y más) a Joaquín. Él la escucha y piensa (Él si es de pensar y cubrir, por eso forman tan buen equipo.)
- Estoy cansada de no elegir cuando desaparecer. Estoy harta de aparecer en lugares en donde no quiere estoy. Quiero dejar de desaparecer cuando estoy con quienes quiero. - Le explica ella muy consternada. Y una lágrima empieza a brotar de tu ojo derecho. El izquierdo parece ver lo que sucede y decide no quedarse atrás.

Joaquín, que ve las lágrimas, le dice: - Al final, lo que te pasa no es tan distinto de lo que nos pasa a todos.

Y Enriqueta sonríe.

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