domingo, 25 de abril de 2010

Cielos y Tierra


Joaquín camina por esas angostas calles del centro. El viento de la mañana lo arropa. Parece querer decirle algo que, sin embargo, él no logra entender. Con las manos en los bolsillos y la cabeza mirando hacia el suelo sigue avanzando. Sin rumbo, sin aparentes razones. El simple placer de caminar, de intentar ordenar su mente lo guía e incentiva.
¿Cuántas veces le habrán dicho (¿Habrán o habrá? Ya ni recuerda) que deje de soñar y se ponga a sentir? ¡Qué paradoja! ¿Desde cuándo uno se opone al otro?
Trata de ordenar las palabras y frases que aparecen caóticamente en su cabeza e intenta llenarlas de sentido. Finalmente, empieza a ser honesto con él mismo.
Soñar y sentir no se oponen, se complementan. Pero así como se complementan, absorben el uno al otro. El más soñador no siempre es el más capaz de sentir. A veces (Si le habrá pasado a él, tan acostumbrado a quedarse obsoleto de sueños y escaso de palabras), uno termina enamorado de las propias fantasías y se olvida de la realidad.
¿Amor? ¿Quién habló de amor? La vida y los sentimientos van mucho más allá del amor, se necesitan cruces, se necesitan lágrimas y, cada tanto, algún que otro poco de decepciones y fracasos. Sin fracasos no existirían los triunfos, piensa Joaquín.
Me volví a desviar - Se queja - ¿A qué venía todo eso? Los sueños. Esto era sobre los sueños y los sentimientos. Si estoy enamorado de mis sueños ¿Dónde tengo lugar para enamorarme de algo (Alguien) más? Si no veo mi propia realidad tampoco voy a tener caídas. Pero evitando esas caídas tampoco va a haber ningún intento de cambio.
Estancado. Estancado en tus sueños, Joaquín.
De todas formas, tampoco es bueno quedarse aferrado a la realidad y a los sentimientos que ella produce. Se necesita (Necesito) un lugar para los sueños. Para imaginar y poder ir un poco más allá.

Llega hasta el río y se queda mirando. Al final tanto pensar y no llegó a nada. Tanto pensar y de su boca no salió ni una sola palabra. ¿Por qué? ¿Por qué nunca salen sus palabras? Le gusta justificarse con que valen más pocas palabras de las que penetran que letras ordenadas sin verdadero significado. Se justifica, sí, pero no siempre se cree. Sin embargo, vuelve a tratar. Se promete que esta vez va a gritarle algo al mundo. Joaquín ve dos chicos corriendo y jugando y entonces le grita al mundo.

- Dame un espacio para volar.
El tiempo cura las heridas.

Cierto, pero vos ayudás.

Gracias.

Por nada.

Es que..

Qué?

El tiempo es algo muy grande, que me digas que lo ayudo es..

Intimidante?







Que destierres esas memorias devenidas dolores (8)

lunes, 12 de abril de 2010

Más sencillo, mejor

- Cierto. El tema es... El aire ya no es el mismo.
- ¿Qué?
- Desde que la siento cerca mío el aire ya no es el mismo. Es, es más suave el aire. Es como un tronco que crece. Un tronco que crece tanto que se acerca al cielo y a las nubes y se mezclan formando un dibujo lleno de colores y el árbol se llena de flores y frutas. Y es un paisaje hermoso. Y si vieramos al árbol con las nubes parecería que siempre estuvieron juntos ¿Entiende?
- Perdone pero no. ¿Qué me quiere decir?
- ¿Eh? No pensé que me iba a decir que no. Eh, déjeme decirselo de otra manera. Es un sueño. No, no. Perdone. Es como despertarse. Claro, es como levantarse de la siesta. Cuando uno se despierta de la siesta al principio no entiende nada. Al principio parece que estuviera perdido en el tiempo, perdido en el espacio. Uno no sabe bien cuánto durmió, qué pasó en el medio, a veces ni que soñó. Pero después se empieza a entender, y uno se empieza a sentir reconfortado, feliz, lleno de energía. ¿Entiende?
- Perdón, pero no sé que me quiere decir. ¿Si quería irse a dormir para qué me llamó?
- Déjeme ponerlo de otra manera. Uh, ya no sé cómo explicárselo. Es que yo, bueno, usted. Eeh... Nosotors. El pecho se me desgarra. Es un cliché, sí. Pero creo que si me desabrochara la camisa en este preciso momento, habría alguna cicatriz en mi pecho. Creo... Creo que aún aquel señor que está allá, (Señala a su derecha, donde un hombre pasea un caniche) podría ver como mi pecho se expande y contrae a causa de como se descontrola mi corazón cerca suyo. ¿Entiende?
- Eh... Depende Joaquín ¿Me está diciendo que le doy taquicardia?
- ¡No! Bueno, sí. Es que... Estar con usted es como esa vez que me fui de vacaciones ¿Se acuerda? Y probé ese helado del que no podía dejar de hablar y con el que me empaché.
- ¡Ay Joaquín! No entiendo nada de lo que me dice. ¿Qué me quiere decir?
- (Silencio) Te quiero.
- Yo también.






Nota: No sé a quién, no me acuerdo. Pero mi consciencia me dice que esto es tremendo plagio.

jueves, 1 de abril de 2010

Noche

Y ahí está. Esa luz tan intensa parece herirle los ojos. Sus pupilas se dilatan y su piernas empiezan a temblar.
Parece perderse en la oscuridad de ese pasillo sin fin. Las infinitas puertas que la rodean la intimidan y su constante inseguridad no le permite decidirse por ninguna. ¿Para qué? Si de todas maneras sería en vano.
¿Sería en vano? Siente que todo sería diferente si tuviera alguna mano de la cual sujetarse. A veces también piensa que por algo tiene ella misma dos manos.
En momentos como ese, donde el sin sentido de su entorno la envuelve es cuando más se da cuenta del valor de sus amigos, de lo agradecida que está.
Pero es también en este preciso momento, en donde descubre que la última palabra la tiene ella y que hay veces, en las que sus propias manos tienen que tomarse entre sí.
Entonces ¿La luz o alguna de esas sin fin de puertas? Enriqueta abre tercer puerta de la izquierda y entra al ¿Cuarto?
La puerta se cierra. Y Enriqueta, una vez más, vuelve a aparecer. Y una vez más, vuelve a olvidar las puerta, olvida la luz que nunca elije y olvida la oscuridad del pasillo.
Enriqueta reaparece de nuevo y se olvida de la soledad de desaparecer.
Y de lo que aprendió en lo eterno de su nada.