jueves, 1 de abril de 2010

Noche

Y ahí está. Esa luz tan intensa parece herirle los ojos. Sus pupilas se dilatan y su piernas empiezan a temblar.
Parece perderse en la oscuridad de ese pasillo sin fin. Las infinitas puertas que la rodean la intimidan y su constante inseguridad no le permite decidirse por ninguna. ¿Para qué? Si de todas maneras sería en vano.
¿Sería en vano? Siente que todo sería diferente si tuviera alguna mano de la cual sujetarse. A veces también piensa que por algo tiene ella misma dos manos.
En momentos como ese, donde el sin sentido de su entorno la envuelve es cuando más se da cuenta del valor de sus amigos, de lo agradecida que está.
Pero es también en este preciso momento, en donde descubre que la última palabra la tiene ella y que hay veces, en las que sus propias manos tienen que tomarse entre sí.
Entonces ¿La luz o alguna de esas sin fin de puertas? Enriqueta abre tercer puerta de la izquierda y entra al ¿Cuarto?
La puerta se cierra. Y Enriqueta, una vez más, vuelve a aparecer. Y una vez más, vuelve a olvidar las puerta, olvida la luz que nunca elije y olvida la oscuridad del pasillo.
Enriqueta reaparece de nuevo y se olvida de la soledad de desaparecer.
Y de lo que aprendió en lo eterno de su nada.

1 comentario:

  1. te mereces un oli y nada mas.

    pero esto es sobre enriqueta asi que ♥ y que me gusta la idea de tomarse de sus propias manos, no se, me gusta.

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