jueves, 3 de febrero de 2011

El mapa


Era un pueblo como cualquiera, solo que no. Era un hombre como cualquiera, solo que no. Él era el mejor cartógrafo de la zona y alrededores, ampliamente reconocido por la delicadeza y exactitud de sus mapas. Casi tan renombrado como el otro.
El otro pertenecía a otro lugar, a otro pueblo. En donde él residía él era el cartógrafo de mayor nivel y admiración. La calidad, prolijidad y detallismo de sus mapas eran de mundial fama.
Sería mentir afirmar que nuestro cartógrafo no sentía envidia por el otro o que no ansiaba y anhelaba arrebatarle su reinado. Es así que decidió llevar a cabo el proyecto más ambiocioso y sorprendente, nunca antes visto en el mundo de la cartografía. Realizaría un mapa tan minucioso y exacto que no dejaría escapar ningún detalle ni minúscula imperfección. Tan realista e impresionante sería su trabajo que bien podría considerarse un calco del mundo.
Años de arduo trabajo y desveladas noches debieron transcurrir para que finalmente el cartógrafo pudiera dar fin a su trabajo. Su proyecto estaba realizado: Un plano en tamaño real de nuestro planeta. No solo las medidas y formas habían sido realizadas a la perfección sino que hasta el más ínfimo detalle había sido tenido en cuenta y se podía encontrar plasmado en el papel.
Como era de esperar, tal obra maestra se volvió rápidamente en un objeto de culto alrededor del globo y las personas desesperaban por tener la oportunidad de admirar este magnífico trabajo. (Lo cual, valga la redundancia aclarar, no resultaba dificultoso ya que, al ser un mapa con medidas reales, resultaba de fácil acceso a cualquiera en cualquier ubicación.)
Sin embargo, a pesar de su esplendor y unicidad, el trabajo mostró al poco tiempo un claro defecto. Tal era la amplitud de la obra que quien quiera que se adentraba en ella en seguida se veía abrumado y perdía la orientación. Así comenzaron a divulgarse rumores entorno a supuestas desapariciones dentro del mapa.
El cartógrafo podía sentir como su reciente gloria comenzaba a derrumbarse. Pero no fue así. Alguien había previsto dicha catástrofe y se había preparado para cuando llegara: el Otro.
Adelantándose al suceso y deseoso de recuperar su poder, el Otro había diseñado un plano de la obra, un plano de tal perfección que haría imposible que alguien volviese a extraviarse.
Así fue que el mapa del mapa se convirtió no solo en la mayor expresión de la creatividad humana sino en la salvación de esta.
El cartógrafo se sentía desolado. Si bien su obra no había sido destruida algo aún peor había sucedido, alguien la había utilizado para arrancarle su fama y potestad.
Furioso y envuelto en odio se propuso llevar a otro nivel su trabajo. Introduciría un nuevo elemento jamás visto en el mundo de la cartografía, incluiría el mundo del relieve.
Una vez más se encerró en su exhaustivo labor y pasó días y noches enteras absorto en sus estudios y mediciones.
Finalmente su trabajo concluyó en un calco perfecto de la tierra. Porque eso es lo que era, esta vez se trataba de una exacta copia de nuestro mundo. Tal era el parecido que las personas comenzaron a confundirse y ya nadie podía afirmar con certeza cuál era el mundo y cual era el mapa.
Sin duda se trataba de una obra magistral que no solo llenó al cartógrafo de avaricia sino que los habitantes del nuevo mundo sucumbieron al temor y respeto por este ser capaz de crear mundos.
Como siempre sucede, el temor pronto dio origen a terror y el terror fue transformando a este cartógrafo no solo en un creador de mundos sino de universos. Y si él había creado el universo y en el universo había tenido lugar la vida ¿Quién era este hombre sino el mismo creador de la vida?
Las multitudes comenzaron a adorarlo y se erigieron altares y se realizaron ritos y festejos y tradiciones.. Y nació Dios.

2 comentarios:

  1. Siempre me pregunté de donde había salido ese tal Dios. Mirá vos, mirá...

    Era más divertida la idea del cartógrafo que la idea que tenemos de Dios, en cualquiera de sus formas.

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  2. (me había olvidado lo lindo que escribis)

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