jueves, 18 de octubre de 2012

Ensayo completo


Pregunta: ¿Qué/quién/cómo soy/somos?

Respuesta: Imposible de responder/indeterminable/infinitamente multiaxial

Pregunta: Posible acercamiento de respuesta a la pregunta ¿Qué/quién/cómo soy/somos?

Supuestos previos a cualquier respuesta: Mero acercamiento. Reduccionismo. Inevitablemente parcial.

Desarrollo:

Determinismos
Un primer intento por definir quién somos podría suponer que somos lo que creemos ser. Esta mirada limitaría el ser a "la idea de ser" que el propio sujeto tendría. En otros términos, se refiere a la idea cotidiana de que solo uno mismo llega a conocerse plenamente y que los posibles acercamientos de los otros; del mundo externo en oposición a un mundo interno, intrapsíquico; serían simplemente eso, acercamientos parciales. Desde dicha óptica los demás no serían capaces de acceder al yo verdadero del sujeto sino solo a lo que este exterioriza.
Cabría cuestionar dentro de dicha mirada la posibilidad de un conocimiento cabal de uno mismo, el alcance ilimitado que le supone a la introspección. Dicho trabajo de autoconocimiento incluso en su mayor profundidad y desarrollo poseería un carácter circunscripto. Más allá de sus fronteras habrían aspectos de la propia personalidad desconocidos por el propio yo.
Por otra parte, aun suponiendo la capacidad de lograr un conocimiento cabal e infinito del propio ser podría cuestionarse la realidad (Sin entrar aún en un cuestionamiento de este último concepto) de dicho conocimiento. Podríamos imaginar que el mismo sería solo infinito en relación a lo que uno cree ser. Es muy probable e imaginable que la mirada de los otros sobre uno sería diferente a la propia. Podemos preguntarnos entonces ¿Nos creemos en lugar de cuestionar la mirada de los demás, su verdad? ¿Con qué fundamento nos consideramos capaces de suponer que lo que nos decimos que somos es lo que somos?
Sin necesidad de ingresar en el sinuoso terreno del saber inconciente, lo que no se sabe que se sabe y en la cuestión de si este sería o no un verdadero saber, podría cuestionarse que lo que los otros creen que somos no sea lo que somos. Podríamos postular así que seríamos quienes mostramos ser, lo que los otros ver. Supongamos una situación hipotética de un grupo de 5 personas en donde una dice ser humilde pero los 4 restantes insisten en la falsedad de dicha afirmación ¿En quién reside la verdad?
Como se ha intentado mostrar, la misma no puede ubicarse sin complicaciones en el propio sujeto, en el yo. Esto implicaría un reduccionismo intrapsíquico que igualaría interno a verdadero. En el extremo opuesto, tampoco podemos defender que la realidad sobre el ser del sujeto se encuentre en el otro. En primer lugar, jamás se lograría una coincidencia exacta entre todos los otros que rodean al individuo por lo que tendríamos que preguntarnos que mirada sería la auténtica. Asimismo, aún suponiendo un acuerdo total, por el mero hecho de que el propio yo no forme parte del mismo podría cuestionarse la totalidad del supuesto. Además, los otros son incapaces de acceder al mundo interno del sujeto más allá de lo que este puede decirles o demostrarles. Por otra parte, como ya hemos mencionado, podría incluso ponerse en duda la propia capacidad del yo de acceder a la plenitud de su psiquismo.
De esta manera, hemos encontrados dos posibles extremos antagónicos. Por un lado un determinismo interior, introspectivo y por otro un hipotético determinismo definido por el consenso social o externo, más del lado de la introyección. Ambos se verían limitados y serían incapaces de explicar la complejidad del proceso.




Postura intermedia
Con la propuesta de dicha postura se busca lograr un equilibrio de los dos extremos anteriores. Dicha postura propondría un punto intermedio en donde el "¿Quién soy?" podría definirse por los puntos congruentes entre las ideas y respuestas del yo y su contrapartida por parte de los otros. Así, la respuesta tendría la forma de un promedio en donde los elementos comunes de las distintas partes definirían la verdad sobre el ser. En su defecto, demostrarían lo más aproximable a dicha verdad.
Si bien muestra un primer intento integracionista y de introducción de la complejidad, podría ponerse en duda la posibilidad de llegar a un consenso o acuerdo entre las diferentes partes. Asimismo, no podemos descartar la posibilidad de que elementos que carecen de acuerdo sean sin embargo verdaderos. Volviendo al ejemplo anterior de las 5 personas, nada nos permite afirmar que el sujeto en cuestión no fuera verdaderamente humilde así como tampoco podemos afirmar lo contrario. Si bien el hecho de que la mayoría de las personas cuestionaran su supuesta humildad, puede servirnos como aproximación meramente. El problema se complejiza aún más si incluimos en la ecuación la dificultad de definir qué sujetos serían los capaces o autorizados de definir cómo es una determinada persona. Podría incluirse solo a los más allegados, pero estos se verían comprometidos por su estrecha relación con el sujeto a la vez que podríamos suponer que tenderán a tener una valoración positiva del mismo. Considerar también a personas que no tengan una buena relación con el sujeto podría sumarnos otra mirada posible pero una misma tendencia valorativa pero esta vez negativa también sesgaría las respuestas.
El caso hipotético más fehaciente debería incluir entonces a todos las personas que se hayan cruzado en algún momento con el sujeto, por más mínimo que haya sido el encuentro, de manera de tener la mayor pluralidad de miradas posibles. Sin embargo, incluso en este caso encontramos vicisitudes al preguntarnos si todas las opiniones tendrán el mismo valor. De ser el caso, una persona que solo haya saludado al sujeto tendrá mucha menos información que un familiar del mismo pero tendría una opinión igualmente válida. Suponiendo que una persona tiene muchos menos personas significativas que encuentros casuales a lo largo de su vida, la respuesta se vería inevitablemente sesgada. Por otro lado, cabría cuestionar si sería pertinente darle la misma valoración a las ideas de los otros externos que a la del propio sujeto y de no ser así cómo se realizaría la diferencia.
Hemos obtenido entonces que también estos postulados integracionistas se ven inevitablemente limitados y no pueden evitar reducir, de alguna manera la complejidad de la problemática.



Aproximación multifactorial e imposibilidad inherente de respuesta
Finalmente, hemos observado que la pregunta sobre cómo o quién es un sujeto es de una complejidad tal que cualquier acercamiento posible caería inevitablemente en un reduccionismo inherente al intento de esquematización y desarrollo de una posible respuesta. Este hecho se debería, simplemente (cabe resaltar la paradoja del uso de dicho término en este contexto), a la imposibilidad de alcanzar una respuesta real, verdadera. La complejidad mencionada implica que para el abordaje de una respuesta capaz de calificarse como "real" sería necesario poder incluir una infinidad de factores que excederían incluso los antes desarrollados. Dentro de los mismos debemos destacar uno que aún no se ha mencionado, la interacción entre las partes. Tomar en consideración dicho factor nos invita a estudiar los intrincados procesos que se llevarían a cabo entre el yo y los otros y como dichos procesos determinarían la respuesta la pregunta de "¿Quién soy?"
Supongamos un yo completamente aislado, que nunca ha conocido la existencia de otro ser. Dicho sujeto no tendría necesidad de poner en cuestión su propia definición de sí ya que esta sería la única posible. Si agregamos a este ejemplo un otro en el extremo opuesto del mundo las condiciones no variarán. El desconocimiento de la existencia del otro sería semejante a su ausencia. Ahora si en cambio se pone a ambos sujetos enfrentados la situación cambiará radicalmente. Nos encontraremos a partir de ahora con dos miradas (como mínimo) posibles. El mero encuentro entre ambos ya constituiría un primer tipo de interacción que definiría nuevas dudas y respuestas posibles a la cuestión. Incluso la presencia en la fantasía de este otro sería suficiente. ¿A qué nos referimos? No se vuelve necesario ni siquiera una presentación corpórea del otro sino que su mera posibilidad de existencia sería suficiente para afectar y modificar las concepciones del yo. De esta manera, concluimos en la radical influencia de la interacción para la constitución y definición del yo y los otros. Solo tomando en cuenta dicho fenómeno sería posible comenzar a formular una posible respuesta a la cuestión del quién.
En otras palabras, la interacción determina no limitarnos a una integración de la mirada del yo y de el/los otro/s sino que en la comunicación entre las partes surgirían nuevas concepciones e ideas que excederían a las mismas. Recordemos la ya vieja idea: El todo es más que la suma de las partes. Sin embargo, sería a su vez menos, ya que cada parte constituye un todo complejo compuesto por múltiples interacciones que excederían su mero aporte al todo. Así, según se considera a la parte como tal o como un todo su complejidad será diferente. En un esquema simple, por ejemplo, el yo interactuando con el otro darían lugar a concepciones y definiciones del ser que excederían la suma o promedio de la mirada de ambos. Sin embargo, la mirada singular de cada uno seguiría manteniendo sus especificidades y diferencias, ajenas al producto de esa interacción en ese espacio y tiempo determinados.
Este último punto nos obliga a considerar otro aspectos fundamental, el correspondiente al entorno. El entorno espacio temporal sería fundante de la visión de quién se es ya que la misma no dependerá solo de la interacción y las visiones singulares sino también de los límites y posibilidades impuestos por el contexto en el que se de el fenómeno. De esta forma, la cultura en la que un sujeto se encuentra inmerso determinará inevitablemente lo que puede o no ser y creer ser. Habría entonces un invisible, un impensado para determinada cultura específica al igual que para cualquier tipo de conocimiento científico (o no).
Dicho entorno se encuentra compuesto por múltiples factores, entre los que mencionamos, el espacio, el tiempo y la cultura y dentro de esta última la historia o tradición y lugar que el sujeto ocupa en dicha cultura. (Estos factores serán analizados con posterioridad). Cabe ser destacado a su vez que el entorno no funcionaría como borde o "influenciando" sino que el contexto es en realidad texto. Los sujetos y fenómenos se encuentran inmersos en el y serían imposibles fuera de él, no son influenciados sino determinados. Pero no determinados en el sentido de que solo este decide lo que sucederá sino en el sentido de que es condición indispensable para el surgimiento de los fenómenos y de todas sus partes siendo entonces fundante y constitutivo. Por lo tanto, dicho entorno atravesaría al yo a través de múltiples e incontables estímulos.
Tenemos entonces hasta el momento: Yo, otro y otros, interacción y entorno. Por último deberíamos agregar que todos estos factores están compuestos a su vez por múltiples subpartes y elementos interactuando. Así, por ejemplo, quién yo creo ser dependerá de lo que creo que el otro cree que soy, así como lo que supongo que mi cultura cree que debería ser y lo que creo que el otro cree que sea. Todos estos "creo" determinan mi visión de mi. Se observa fácilmente entonces que los factores que mencionábamos al comienzo se reiteran nuevamente como subfactores dentro de cada uno. A su vez vale la pena aclarar una vez más que un análisis completo sería verdaderamente infinito. Ya que cada subfactor podría a la vez dividirse en sus correspondientes subfactores y así indefinidamente. Los propios factores iniciales podrían pensarse incluso como subfactores. De esta forma, según donde centremos la mirada cada factor podrá actuar como sub o supra factor en relación a los demás. Asimismo, podríamos aumentar indefinidamente los elementos a tomar en cuenta.
Nos resulta inevitable entonces volver a acentuar que cualquier tipo de trabajo o intento de respuesta será sin duda limitado y no podrá dejar de ser una simplificación de un esquema completamente inalcanzable. La realidad como tal sería entonces un imposible para el hombre, estaríamos rodeados de simples (o no tanto) aproximaciones, intentos de verdad. Pero los mismos nunca serán más que eso, meros intentos en los cuales siempre encontraremos un lado oscuro inherente a cada teoría.
Volviendo entonces a nuestra formulación podríamos entonces encontrar incontables desajustes y limitaciones de nuestra explicación. Entre esas acotaciones de la realidad podríamos mencionar la escasa valoración del factor temporal. Este último marcaría la metamorfosis constante del "quien soy".  A lo largo de la línea temporal de la propia vida la respuesta iría constantemente reconstruyéndose y reformulándose. Puede afirmarse entonces que incluso si lográramos arribar a una utópica respuesta certera la misma no podría ser más que de naturaleza efímera, ya que los diferentes factores estarían expuestos a constantes cambios (fundamentalmente a raíz de la interacción) que llevarán a su metamorfosis y por ende a la de la respuesta. Podríamos afirmar por lo tanto que la importancia del factor temporal determinaría la necesidad de considerarlo por fuera del entorno, dentro del cual se abarcaría solo el tiempo presente y sus determinantes del pasado.
Asimismo, deberíamos sumar en el análisis del yo y su ser en análisis también del otro ya que este se convierte en yo para sí mismo y es desde dicha óptica que interactúa para el otro. Por lo tanto toda la complejidad de factores debe a su vez reproducirse en el análisis del otro, mirada desde se invertirían los roles. Dicha inversión implicará que el yo se volverá otro y el otro yo. De esta manera resultaría contradictorio hablar de yo versus otros sino que deberíamos hablar de yo/otro versus múltiples yo/otro ya que la posición que se ocupe será relativa a donde se apunte la mirada. Finalmente, en relación al otro debemos aclarar que nunca se tratará de un otro en singular sino de una multiplicidad de estos.




Hemos concluido entonces en la certera incertidumbre del quien soy. Su naturaleza sería simple y complejamente inalcanzable para el ser humano y lo máximo que podríamos alcanzar serían distintos tipos de aproximaciones. Cualquier realidad o respuesta posible será entonces una construcción de relativa validez solo para un espacio y tiempo determinados y acotados. Esta construcción a su vez demandará un exigente trabajo constante de reconstrucción y cuestionamiento de la propia teoría para lograr confrontar lo más posible sus invisibles o imposibles, inherentes de cualquier teoría.

martes, 16 de octubre de 2012

Ensayo de ensayo III


Aproximación multifactorial e imposibilidad inherente de respuesta
Finalmente, hemos observado que la pregunta sobre cómo o quién es un sujeto es de una complejidad tal que cualquier acercamiento posible caería inevitablemente en un reduccionismo inherente al intento de esquematización y desarrollo de una posible respuesta. Este hecho se debería, simplemente (cabe resaltar la paradoja del uso de dicho término en este contexto), a la imposibilidad de alcanzar una respuesta real, verdadera. La complejidad mencionada implica que para el abordaje de una respuesta capaz de calificarse como "real" sería necesario poder incluir una infinidad de factores que excederían incluso los antes desarrollados. Dentro de los mismos debemos destacar uno que aún no se ha mencionado, la interacción entre las partes. Tomar en consideración dicho factor nos invita a estudiar los intrincados procesos que se llevarían a cabo entre el yo y los otros y como dichos procesos determinarían la respuesta la pregunta de "¿Quién soy?"
Supongamos un yo completamente aislado, que nunca ha conocido la existencia de otro ser. Dicho sujeto no tendría necesidad de poner en cuestión su propia definición de sí ya que esta sería la única posible. Si agregamos a este ejemplo un otro en el extremo opuesto del mundo las condiciones no variarán. El desconocimiento de la existencia del otro sería semejante a su ausencia. Ahora si en cambio se pone a ambos sujetos enfrentados la situación cambiará radicalmente. Nos encontraremos a partir de ahora con dos miradas (como mínimo) posibles. El mero encuentro entre ambos ya constituiría un primer tipo de interacción que definiría nuevas dudas y respuestas posibles a la cuestión. Incluso la presencia en la fantasía de este otro sería suficiente. ¿A qué nos referimos? No se vuelve necesario ni siquiera una presentación corpórea del otro sino que su mera posibilidad de existencia sería suficiente para afectar y modificar las concepciones del yo. De esta manera, concluimos en la radical influencia de la interacción para la constitución y definición del yo y los otros. Solo tomando en cuenta dicho fenómeno sería posible comenzar a formular una posible respuesta a la cuestión del quién.
En otras palabras, la interacción determina no limitarnos a una integración de la mirada del yo y de el/los otro/s sino que en la comunicación entre las partes surgirían nuevas concepciones e ideas que excederían a las mismas. Recordemos la ya vieja idea: El todo es más que la suma de las partes. Sin embargo, sería a su vez menos, ya que cada parte constituye un todo complejo compuesto por múltiples interacciones que excederían su mero aporte al todo. Así, según se considera a la parte como tal o como un todo su complejidad será diferente. En un esquema simple, por ejemplo, el yo interactuando con el otro darían lugar a concepciones y definiciones del ser que excederían la suma o promedio de la mirada de ambos. Sin embargo, la mirada singular de cada uno seguiría manteniendo sus especificidades y diferencias, ajenas al producto de esa interacción en ese espacio y tiempo determinados.
Este último punto nos obliga a considerar otro aspectos fundamental, el correspondiente al entorno. El entorno espacio temporal sería fundante de la visión de quién se es ya que la misma no dependerá solo de la interacción y las visiones singulares sino también de los límites y posibilidades impuestos por el contexto en el que se de el fenómeno. De esta forma, la cultura en la que un sujeto se encuentra inmerso determinará inevitablemente lo que puede o no ser y creer ser. Habría entonces un invisible, un impensado para determinada cultura específica al igual que para cualquier tipo de conocimiento científico (o no).
Dicho entorno se encuentra compuesto por múltiples factores, entre los que mencionamos, el espacio, el tiempo y la cultura y dentro de esta última la historia o tradición y lugar que el sujeto ocupa en dicha cultura. (Estos factores serán analizados con posterioridad). Cabe ser destacado a su vez que el entorno no funcionaría como borde o "influenciando" sino que el contexto es en realidad texto. Los sujetos y fenómenos se encuentran inmersos en el y serían imposibles fuera de él, no son influenciados sino determinados. Pero no determinados en el sentido de que solo este decide lo que sucederá sino en el sentido de que es condición indispensable para el surgimiento de los fenómenos y de todas sus partes siendo entonces fundante y constitutivo. Por lo tanto, dicho entorno atravesaría al yo a través de múltiples e incontables estímulos.
Tenemos entonces hasta el momento: Yo, otro y otros, interacción y entorno. Por último deberíamos agregar que todos estos factores están compuestos a su vez por múltiples subpartes y elementos interactuando. Así, por ejemplo, quién yo creo ser dependerá de lo que creo que el otro cree que soy, así como lo que supongo que mi cultura cree que debería ser y lo que creo que el otro cree que sea. Todos estos "creo" determinan mi visión de mi. Se observa fácilmente entonces que los factores que mencionábamos al comienzo se reiteran nuevamente como subfactores dentro de cada uno. A su vez vale la pena aclarar una vez más que un análisis completo sería verdaderamente infinito. Ya que cada subfactor podría a la vez dividirse en sus correspondientes subfactores y así indefinidamente. Los propios factores iniciales podrían pensarse incluso como subfactores. De esta forma, según donde centremos la mirada cada factor podrá actuar como sub o supra factor en relación a los demás. Asimismo, podríamos aumentar indefinidamente los elementos a tomar en cuenta.
Nos resulta inevitable entonces volver a acentuar que cualquier tipo de trabajo o intento de respuesta será sin duda limitado y no podrá dejar de ser una simplificación de un esquema completamente inalcanzable. La realidad como tal sería entonces un imposible para el hombre, estaríamos rodeados de simples (o no tanto) aproximaciones, intentos de verdad. Pero los mismos nunca serán más que eso, meros intentos en los cuales siempre encontraremos un lado oscuro inherente a cada teoría.
Volviendo entonces a nuestra formulación podríamos entonces encontrar incontables desajustes y limitaciones de nuestra explicación. Entre esas acotaciones de la realidad podríamos mencionar la escasa valoración del factor temporal. Este último marcaría la metamorfosis constante del "quien soy".  A lo largo de la línea temporal de la propia vida la respuesta iría constantemente reconstruyéndose y reformulándose. Puede afirmarse entonces que incluso si lográramos arribar a una utópica respuesta certera la misma no podría ser más que de naturaleza efímera, ya que los diferentes factores estarían expuestos a constantes cambios (fundamentalmente a raíz de la interacción) que llevarán a su metamorfosis y por ende a la de la respuesta. Podríamos afirmar por lo tanto que la importancia del factor temporal determinaría la necesidad de considerarlo por fuera del entorno, dentro del cual se abarcaría solo el tiempo presente y sus determinantes del pasado.
Asimismo, deberíamos sumar en el análisis del yo y su ser en análisis también del otro ya que este se convierte en yo para sí mismo y es desde dicha óptica que interactúa para el otro. Por lo tanto toda la complejidad de factores debe a su vez reproducirse en el análisis del otro, mirada desde se invertirían los roles. Dicha inversión implicará que el yo se volverá otro y el otro yo. De esta manera resultaría contradictorio hablar de yo versus otros sino que deberíamos hablar de yo/otro versus múltiples yo/otro ya que la posición que se ocupe será relativa a donde se apunte la mirada. Finalmente, en relación al otro debemos aclarar que nunca se tratará de un otro en singular sino de una multiplicidad de estos.




Hemos concluido entonces en la certera incertidumbre del quien soy. Su naturaleza sería simple y complejamente inalcanzable para el ser humano y lo máximo que podríamos alcanzar serían distintos tipos de aproximaciones. Cualquier realidad o respuesta posible será entonces una construcción de relativa validez solo para un espacio y tiempo determinados y acotados. Esta construcción a su vez demandará un exigente trabajo constante de reconstrucción y cuestionamiento de la propia teoría para lograr confrontar lo más posible sus invisibles o imposibles, inherentes de cualquier teoría.

domingo, 14 de octubre de 2012

Ensayo de ensayo II


Postura intermedia
Con la propuesta de dicha postura se busca lograr un equilibrio de los dos extremos anteriores. Dicha postura propondría un punto intermedio en donde el "¿Quién soy?" podría definirse por los puntos congruentes entre las ideas y respuestas del yo y su contrapartida por parte de los otros. Así, la respuesta tendría la forma de un promedio en donde los elementos comunes de las distintas partes definirían la verdad sobre el ser. En su defecto, demostrarían lo más aproximable a dicha verdad.
Si bien muestra un primer intento integracionista y de introducción de la complejidad, podría ponerse en duda la posibilidad de llegar a un consenso o acuerdo entre las diferentes partes. Asimismo, no podemos descartar la posibilidad de que elementos que carecen de acuerdo sean sin embargo verdaderos. Volviendo al ejemplo anterior de las 5 personas, nada nos permite afirmar que el sujeto en cuestión no fuera verdaderamente humilde así como tampoco podemos afirmar lo contrario. Si bien el hecho de que la mayoría de las personas cuestionaran su supuesta humildad, puede servirnos como aproximación meramente. El problema se complejiza aún más si incluimos en la ecuación la dificultad de definir qué sujetos serían los capaces o autorizados de definir cómo es una determinada persona. Podría incluirse solo a los más allegados, pero estos se verían comprometidos por su estrecha relación con el sujeto a la vez que podríamos suponer que tenderán a tener una valoración positiva del mismo. Considerar también a personas que no tengan una buena relación con el sujeto podría sumarnos otra mirada posible pero una misma tendencia valorativa pero esta vez negativa también sesgaría las respuestas.
El caso hipotético más fehaciente debería incluir entonces a todos las personas que se hayan cruzado en algún momento con el sujeto, por más mínimo que haya sido el encuentro, de manera de tener la mayor pluralidad de miradas posibles. Sin embargo, incluso en este caso encontramos vicisitudes al preguntarnos si todas las opiniones tendrán el mismo valor. De ser el caso, una persona que solo haya saludado al sujeto tendrá mucha menos información que un familiar del mismo pero tendría una opinión igualmente válida. Suponiendo que una persona tiene muchos menos personas significativas que encuentros casuales a lo largo de su vida, la respuesta se vería inevitablemente sesgada. Por otro lado, cabría cuestionar si sería pertinente darle la misma valoración a las ideas de los otros externos que a la del propio sujeto y de no ser así cómo se realizaría la diferencia.
Hemos obtenido entonces que también estos postulados integracionistas se ven inevitablemente limitados y no pueden evitar reducir, de alguna manera la complejidad de la problemática.




jueves, 11 de octubre de 2012

Ensayo de ensayo I

Determinismos
Un primer intento por definir quién somos podría suponer que somos lo que creemos ser. Esta mirada limitaría el ser a "la idea de ser" que el propio sujeto tendría. En otros términos, se refiere a la idea cotidiana de que solo uno mismo llega a conocerse plenamente y que los posibles acercamientos de los otros; del mundo externo en oposición a un mundo interno, intrapsíquico; serían simplemente eso, acercamientos parciales. Desde dicha óptica los demás no serían capaces de acceder al yo verdadero del sujeto sino solo a lo que este exterioriza.
Cabría cuestionar dentro de dicha mirada la posibilidad de un conocimiento cabal de uno mismo, el alcance ilimitado que le supone a la introspección. Dicho trabajo de autoconocimiento incluso en su mayor profundidad y desarrollo poseería un carácter circunscripto. Más allá de sus fronteras habrían aspectos de la propia personalidad desconocidos por el propio yo.
Por otra parte, aun suponiendo la capacidad de lograr un conocimiento cabal e infinito del propio ser podría cuestionarse la realidad (Sin entrar aún en un cuestionamiento de este último concepto) de dicho conocimiento. Podríamos imaginar que el mismo sería solo infinito en relación a lo que uno cree ser. Es muy probable e imaginable que la mirada de los otros sobre uno sería diferente a la propia. Podemos preguntarnos entonces ¿Nos creemos en lugar de cuestionar la mirada de los demás, su verdad? ¿Con qué fundamento nos consideramos capaces de suponer que lo que nos decimos que somos es lo que somos?
Sin necesidad de ingresar en el sinuoso terreno del saber inconciente, lo que no se sabe que se sabe y en la cuestión de si este sería o no un verdadero saber, podría cuestionarse que lo que los otros creen que somos no sea lo que somos. Supongamos una situación hipotética de un grupo de 5 personas en donde una dice ser humilde pero los 4 restantes insisten en la falsedad de dicha afirmación ¿En quién reside la verdad?
Como se ha intentado mostrar, la misma no puede ubicarse sin complicaciones en el propio sujeto, en el yo. Esto implicaría un reduccionismo intrapsíquico que igualaría interno a verdadero. En el extremo opuesto, tampoco podemos defender que la realidad sobre el ser del sujeto se encuentre en el otro. En primer lugar, jamás se lograría una coincidencia exacta entre todos los otros que rodean al individuo por lo que tendríamos que preguntarnos que mirada sería la auténtica. Asimismo, aún suponiendo un acuerdo total, por el mero hecho de que el propio yo no forme parte del mismo podría cuestionarse la totalidad del supuesto. Además, los otros son incapaces de acceder al mundo interno del sujeto más allá de lo que este puede decirles o demostrarles. Por otra parte, como ya hemos mencionado, podría incluso ponerse en duda la propia capacidad del yo de acceder a la plenitud de su psiquismo.
De esta manera, hemos encontrados dos posibles extremos antagónicos. Por un lado un determinismo interior, introspectivo y por otro un hipotético determinismo definido por el consenso social o externo, más del lado de la introyección. Ambos se verían limitados y serían incapaces de explicar la complejidad del proceso.



martes, 9 de octubre de 2012

Introducción a ensayo


Pregunta: ¿Qué/quién/cómo soy/somos?

Respuesta: Imposible de responder/indeterminable/infinitamente multiaxial

Pregunta: Posible acercamiento de respuesta a la pregunta ¿Qué/quién/cómo soy/somos?

Supuestos previos a cualquier respuesta: Mero acercamiento. Reduccionismo. Inevitablemente parcial.

Desarrollo: Consistirá en 3 diferentes aproximaciones a la problemática, a ser: Extremismos reduccionistas, posturas intermedias, propuesta de complejización basada en la interacción de las partes.

¿Qué ves? ¿Qué ves cuando me ves? 
Cuando la mentira es la verdad.