domingo, 14 de octubre de 2012

Ensayo de ensayo II


Postura intermedia
Con la propuesta de dicha postura se busca lograr un equilibrio de los dos extremos anteriores. Dicha postura propondría un punto intermedio en donde el "¿Quién soy?" podría definirse por los puntos congruentes entre las ideas y respuestas del yo y su contrapartida por parte de los otros. Así, la respuesta tendría la forma de un promedio en donde los elementos comunes de las distintas partes definirían la verdad sobre el ser. En su defecto, demostrarían lo más aproximable a dicha verdad.
Si bien muestra un primer intento integracionista y de introducción de la complejidad, podría ponerse en duda la posibilidad de llegar a un consenso o acuerdo entre las diferentes partes. Asimismo, no podemos descartar la posibilidad de que elementos que carecen de acuerdo sean sin embargo verdaderos. Volviendo al ejemplo anterior de las 5 personas, nada nos permite afirmar que el sujeto en cuestión no fuera verdaderamente humilde así como tampoco podemos afirmar lo contrario. Si bien el hecho de que la mayoría de las personas cuestionaran su supuesta humildad, puede servirnos como aproximación meramente. El problema se complejiza aún más si incluimos en la ecuación la dificultad de definir qué sujetos serían los capaces o autorizados de definir cómo es una determinada persona. Podría incluirse solo a los más allegados, pero estos se verían comprometidos por su estrecha relación con el sujeto a la vez que podríamos suponer que tenderán a tener una valoración positiva del mismo. Considerar también a personas que no tengan una buena relación con el sujeto podría sumarnos otra mirada posible pero una misma tendencia valorativa pero esta vez negativa también sesgaría las respuestas.
El caso hipotético más fehaciente debería incluir entonces a todos las personas que se hayan cruzado en algún momento con el sujeto, por más mínimo que haya sido el encuentro, de manera de tener la mayor pluralidad de miradas posibles. Sin embargo, incluso en este caso encontramos vicisitudes al preguntarnos si todas las opiniones tendrán el mismo valor. De ser el caso, una persona que solo haya saludado al sujeto tendrá mucha menos información que un familiar del mismo pero tendría una opinión igualmente válida. Suponiendo que una persona tiene muchos menos personas significativas que encuentros casuales a lo largo de su vida, la respuesta se vería inevitablemente sesgada. Por otro lado, cabría cuestionar si sería pertinente darle la misma valoración a las ideas de los otros externos que a la del propio sujeto y de no ser así cómo se realizaría la diferencia.
Hemos obtenido entonces que también estos postulados integracionistas se ven inevitablemente limitados y no pueden evitar reducir, de alguna manera la complejidad de la problemática.




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