jueves, 11 de octubre de 2012

Ensayo de ensayo I

Determinismos
Un primer intento por definir quién somos podría suponer que somos lo que creemos ser. Esta mirada limitaría el ser a "la idea de ser" que el propio sujeto tendría. En otros términos, se refiere a la idea cotidiana de que solo uno mismo llega a conocerse plenamente y que los posibles acercamientos de los otros; del mundo externo en oposición a un mundo interno, intrapsíquico; serían simplemente eso, acercamientos parciales. Desde dicha óptica los demás no serían capaces de acceder al yo verdadero del sujeto sino solo a lo que este exterioriza.
Cabría cuestionar dentro de dicha mirada la posibilidad de un conocimiento cabal de uno mismo, el alcance ilimitado que le supone a la introspección. Dicho trabajo de autoconocimiento incluso en su mayor profundidad y desarrollo poseería un carácter circunscripto. Más allá de sus fronteras habrían aspectos de la propia personalidad desconocidos por el propio yo.
Por otra parte, aun suponiendo la capacidad de lograr un conocimiento cabal e infinito del propio ser podría cuestionarse la realidad (Sin entrar aún en un cuestionamiento de este último concepto) de dicho conocimiento. Podríamos imaginar que el mismo sería solo infinito en relación a lo que uno cree ser. Es muy probable e imaginable que la mirada de los otros sobre uno sería diferente a la propia. Podemos preguntarnos entonces ¿Nos creemos en lugar de cuestionar la mirada de los demás, su verdad? ¿Con qué fundamento nos consideramos capaces de suponer que lo que nos decimos que somos es lo que somos?
Sin necesidad de ingresar en el sinuoso terreno del saber inconciente, lo que no se sabe que se sabe y en la cuestión de si este sería o no un verdadero saber, podría cuestionarse que lo que los otros creen que somos no sea lo que somos. Supongamos una situación hipotética de un grupo de 5 personas en donde una dice ser humilde pero los 4 restantes insisten en la falsedad de dicha afirmación ¿En quién reside la verdad?
Como se ha intentado mostrar, la misma no puede ubicarse sin complicaciones en el propio sujeto, en el yo. Esto implicaría un reduccionismo intrapsíquico que igualaría interno a verdadero. En el extremo opuesto, tampoco podemos defender que la realidad sobre el ser del sujeto se encuentre en el otro. En primer lugar, jamás se lograría una coincidencia exacta entre todos los otros que rodean al individuo por lo que tendríamos que preguntarnos que mirada sería la auténtica. Asimismo, aún suponiendo un acuerdo total, por el mero hecho de que el propio yo no forme parte del mismo podría cuestionarse la totalidad del supuesto. Además, los otros son incapaces de acceder al mundo interno del sujeto más allá de lo que este puede decirles o demostrarles. Por otra parte, como ya hemos mencionado, podría incluso ponerse en duda la propia capacidad del yo de acceder a la plenitud de su psiquismo.
De esta manera, hemos encontrados dos posibles extremos antagónicos. Por un lado un determinismo interior, introspectivo y por otro un hipotético determinismo definido por el consenso social o externo, más del lado de la introyección. Ambos se verían limitados y serían incapaces de explicar la complejidad del proceso.



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