viernes, 24 de diciembre de 2010

Hoy te escribe Fernando Sanchez Sorondo, que él es mejor

"Solamente tengo recuerdos de verano. Incluyendo la primavera, por supuesto, pero sólo como un anticipo del verano-y si es que podemos perdonarle su estudiantina abominable, la avenida Senta Fe brotada del acné humano frente a las vidrieras, el día del estudiante, el del maestro, el de las secretarias y toda esa ruidosa cháchara celebratoria, profundamente hostil, en el fondo, a la primavera. Porque lo bueno de la primavera y el verano es lo concreto y no lo abstracto, la vuelta al cielo y a la tierra, las noches que casi se palpan de estrellas, la tierra que empieza a querer treparse y huele enamorada de sí misma desde los canteros de los árboles y desde las plazas. Los cuerpos que vuelve a ser cuerpos, olorosos, sudorosos, fragantes, inspirados, alzados, andando bajo el sol del sol o bajo el sol de las estrellas sin ocultamiento o por lo menos nítidamente, dejando huella: el taconeo, la risa, el brillo siniestro de un insulto, el olor punzante del alcohol, un jirón de vida. Únicamente tengo recuerdos de verano, digo, y es cierto; mi vida pertenece a una especie que florece sólo una vez al año, y a veces ni siquiera. Una tarde huelo el verano en una calle y la ley de gravedad empieza a ceder dulcemente como la vigilia ante el sueño. Y pronto estoy en el campo, aturdido de silencio y de espacio o pensando en una mujer, en el mar. El verano lo saca a uno de madre, como dicen los españoles; y eso es parte de lo que me gusta. [...]"

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