jueves, 22 de julio de 2010

Rosa rosa tan maravillosa, poco apestosa, como blanca cota

Y Joaquín sigue caminando por el centro. Sigue su trayecto hacia (ningún) algún lado. Sigue hasta que se encuentra con una flor. Que raro, una flor en medio del centro, en medio de la ciudad y el asfalto.
Sus miradas se cruzan (O al menos eso dice él). Todos saben que a las flores no les suele agradar andar mirando personas. Las aburren, se mueven demasiado y la mayoría de las veces sin necesidad. Las flores, en cambio, se mueven solo en particulares ocasiones y cuando lo consideran de vital necesidad.
Aparentemente esta no era una flor cualquiera porque (Vale la pena volver a aclararlo, según Joaquín) sus miradas se cruzan. Se encuentran.
Así comienza una tarde de amistad vegeto animal. Joaquín le habla a la flor (Todos saben lo buenas que son escuchando), le cuenta su vida, sus alegrías, algunos recuerdos. Ambos comparten una botella de agua y así empieza a anochecer.
Joaquín se recuesta al lado de su amiga y se queda dormido.
Cuando despierta se agita un poco. Debe estar llegando tarde a (ningún) algún lado. Se levanta, saluda a flor y se pierde entre la gente.
Flor observa como se va su amigo. Algunos dicen que intentó moverse para seguirlo pero que no tuvo el valor y así quedó simplemente inclinada.
Otros piensan que se debe a que Joaquín la aplastó un poco mientras dormía.

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